miércoles, 6 de julio de 2016

7 cosas que debemos saber sobre la medalla y cruz de San Benito

REDACCIÓN CENTRAL, 11 Jul. 15 / 12:54 pm (ACI).- Desde hace siglos, muchos cristianos han usado la medalla del famoso exorcista San Benito en la lucha espiritual contra las fuerzas del mal. Aquí 7 cosas que se debe saber sobre este especial objeto que posee mucha tradición e historia.
1.- El origen de la Medalla es incierto, pero se usó desde muy antiguo. En el S. XVII, durante  un juicio de brujería en Alemania, unas mujeres acusadas testificaron que no tenían poder sobre la Abadía de Metten porque estaba bajo la  protección de la cruz.
Cuando se investigó, se hallaron en las paredes del recinto varias cruces pintadas rodeadas por las letras que se encuentran ahora en las medallas. Más adelante se encontró un pergamino con la imagen de San Benito y las palabras completas de las letras.
2.- La Medalla, como se le conoce ahora, es la del jubileo que se emitió en 1880 por el décimo cuarto centenario del nacimiento del Santo y lanzada exclusivamente por el Superior Abad de Monte Cassino.
Con ella se puede obtener la indulgencia plenaria en la Fiesta de San Benito (11 de julio), siguiendo las condiciones habituales que manda la Iglesia (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice).
3.- Cierta vez quisieron envenenar a San Benito (480-547). El Santo, como era su costumbre, hizo el signo de la cruz sobre el vaso y el objeto se rompió en pedazos.
En otra ocasión un pájaro negro empezó a volar a su alrededor, San Benito hizo la señal de la cruz y tuvo entonces una tentación carnal en la imaginación. Cuando estaba casi vencido, ayudado por la gracia, se quitó las vestiduras y se arrojó a un matorral de espinas y zarzas, lastimando su cuerpo. Después de ello nunca volvió a verse turbado de aquella forma.
4.- La Medalla de San Benito es un sacramental reconocido por la Iglesia con un gran poder de exorcismo. Los sacramentales son “signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia".
"Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida" (Catecismo 1667).
5.- La Medalla tiene en el frente la imagen de San Benito con una cruz en la mano derecha y el libro de las Reglas de sus religiosos en la otra mano.
A ambos lados del Santo dice: “Crux Sancti Patris Benedicti” (Cruz del Santo Padre Benito). Se puede ver también una copa de la cual sale una víbora y un cuervo. De manera circular aparece la oración: “Eius in óbitu nostro preséntia muniamur” (A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia). En la parte inferior central se lee: “Ex. S. M. Cassino MDCCCLXXX” (Del Santo Monte Cassino 1880).
6.- En el reverso está la cruz de San Benito con las letras:
C.S.P.B.      "Cruz del Santo Padre Benito".
C.S.S.M.L.  "La santa Cruz sea mi luz" (crucero vertical de la cruz).
N.D.S.M.D. "que el dragón infernal no sea mi guía" (crucero horizontal).

En círculo, comenzando por arriba hacia la derecha:
PAX          "Paz".
V.R.S.       "Vade Retro Satanás".
N.S.M.V.  "No me aconsejes cosas vanas".
S.M.Q.L.  "Es malo lo que me ofreces"
I.V.B.        "Traga tú mismo tu veneno".

7.- La medalla debe ser bendecida por un sacerdote con la oración especial que se presenta a continuación:
 Exorcismo de la medalla:
V. Nuestra ayuda nos viene del Señor
R. Que hizo el cielo y la tierra.
Te ordeno, espíritu del mal, que abandones esta medalla, en el nombre de Dios Padre Omnipotente, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos se contiene.
Que desaparezcan y se alejen de esta medalla toda la fuerza del adversario, todo el poder del diablo, todos los ataques e ilusiones de satanás, a fin de que todos los que la usaren gocen de la salud de alma y cuerpo.
En el nombre del Padre Omnipotente y de su Hijo, nuestro Señor, y del Espíritu Santo Paráclito, y por la caridad de Jesucristo, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos y al mundo por el fuego.

Bendición de la medalla
V. Señor, escucha mi oración
R. Y llegue a tí mi clamor
Oremos:
Dios omnipotente, dador de todos los bienes, te suplicamos humildemente que por la intercesión de nuestro Padre San Benito, infundas tu bendición sobre esta sagrada medalla, a fin de que quien la lleve, dedicándose a las buenas obras, merezca conseguir la salud del alma y del cuerpo, la gracia de la santificación, y todas la indulgencias que se nos otorgan, y que por la ayuda de tu misericordia se esfuerce en evitar la acechanzas y engaños del diablo, y merezca aparecer santo y limpio en tu presencia.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.

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jueves, 25 de febrero de 2016

¿Qué son las indulgencias? ¿Cuándo se pueden ganar y cómo?

¿Qué son las indulgencias? ¿Cuándo se pueden ganar y cómo?

Del libro: Javier Palacios, Cristo, ayer, hoy y siempre, Ed. Verbo Encarnado
La indulgencia es uno de los elementos constitutivos del Jubileo. ‘En ellas se manifiesta la plenitud de la misericordia del Padre, que sale al encuentro de todos con su amor, manifestado en primer lugar, con el perdón de las culpas'(20).
Para la doctrina de las indulgencias, nos remitimos a la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica.
1.- ¿Qué son las indulgencias?
‘La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos’.
2.- ¿Cuántas clases de indulgencias hay?
‘La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente’.
3.- ¿A quién benefician?
‘Todo fiel puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgencias tanto parciales como plenarias’ (CIC, can 992-994) (21).
4.- ¿Cuál es la consecuencia del pecado?
‘Para entender esta doctrina y esta práctica de la Iglesia es preciso recordar que el pecado tiene una doble consecuencia. El pecado grave nos priva de la comunión con Dios y por ello nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privación se llama la ‘pena eterna’ del pecado. Por otra parte, todo pecado, incluso venial, entraña apego desordenado a las creaturas que tienen necesidad de purificación, sea aquí abajo, sea después de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio. Esta purificación libera de la que se llama la ‘pena temporal’ del pecado. Estas dos penas no deben ser concebidas como una especie de venganza, infligida por Dios desde el exterior, sino como algo que brota de la naturaleza misma del pecado. Una conversión que procede de una ferviente caridad puede llegar a la total purificación del pecado, de modo que no subsistiría ninguna pena (cf. Concilio de Trento: DS 1712-1713; 1820)'(22).
5.- Y si Dios ya me perdonó, ¿para qué tengo que ganar indulgencias?
‘El perdón del pecado y la restauración de la comunión con Dios entrañan la remisión de las penas eternas del pecado. Pero las penas temporales del pecado permanecen. El cristiano debe esforzarse, soportando pacientemente los sufrimientos y las pruebas de toda clase y, llegado el día, enfrentándose serenamente con la muerte, por aceptar como una gracia estas penas temporales del pecado; debe aplicarse, tanto mediante las obras de misericordia y de caridad, como mediante la oración y las distintas prácticas de penitencia, a despojarse completamente del ‘hombre viejo’ y a revestirse del ‘hombre nuevo” (cf.Ef 4,24) (23).
6.- ¿Cómo es posible nuestra remisión de las penas por los pecados?
‘El cristiano que quiere purificarse de su pecado y santificarse con ayuda de la gracia de Dios no se encuentra solo. ‘La vida de cada uno de los hijos de Dios está ligada de una manera admirable, en Cristo y por Cristo, con la vida de todos los otros hermanos cristianos, en la unidad sobrenatural del Cuerpo místico de Cristo, como en una persona mística'(24)'(25).
‘En la comunión de los santos, por consiguiente, ‘existe entre los fieles -tanto entre quienes ya son bienaventurados como entre los que expían en el purgatorio o los que peregrinan todavía en la tierra- un constante vínculo de amor, un abundante intercambio de todos los bienes’ (26) en este intercambio admirable, la santidad de uno aprovecha a los otros, más allá del daño que el pecado de uno pudo causar a los demás. Así, el recurso a la comunión de los santos permite al pecador contrito estar antes y más eficazmente purificado de las penas del pecado'(27).
7.- ¿A quién debemos esta remisión?
‘Estos bienes espirituales de la comunión de los santos, los llamamos también el tesoro de la Iglesia, ‘que no es suma de bienes, como lo son las riquezas materiales acumuladas en el transcurso de los siglos, sino que es el valor infinito e inagotable que tienen ante Dios las expiaciones y los méritos de Cristo nuestro Señor, ofrecidos para que la humanidad quedara libre del pecado y llegase a la comunión con el Padre. Sólo en Cristo, Redentor nuestro, se encuentran en abundancia las satisfacciones y los méritos de su redención (cf.Heb 7,23-25; 9,11-28)'(28)'(29).
‘ Pertenecen igualmente a este tesoro el precio verdaderamente inmenso, inconmensurable y siempre nuevo que tienen ante Dios las oraciones y las buenas obras de la Bienaventurada Virgen María y de todos los santos, que se santificaron por la gracia de Cristo, siguiendo sus pasos, y realizaron una obra agradable al Padre, de manera que, trabajando en su propia salvación, cooperaron igualmente a la salvación de sus hermanos en la unidad del Cuerpo Místico'(30).
8- ¿Quién distribuye las indulgencias?
‘Las indulgencias se obtienen por la Iglesia que, en virtud del poder de atar y desatar que le fue concedido por Cristo Jesús, interviene en favor de un cristiano y le abre el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos para obtener del Padre de la misericordia la remisión de las penas temporales debidas por sus pecados. Por eso la Iglesia no quiere solamente acudir en ayuda de este cristiano, sino también impulsarlo a hacer obras de piedad, de penitencia y de caridad'(31).
9.- ¿Qué puedo hacer por un fiel difunto?
‘Puesto que los fieles difuntos en vía de purificación son también miembros de la misma comunión de los santos, podemos ayudarles, entre otras formas, obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados'(32).
Condiciones para ganar la Indulgencia
Para poder beneficiarse de las indulgencias es necesario estar bautizado, no excomulgado y en estado de gracia por lo menos al final de las obras prescritas para ganar la indulgencia.
Para que el sujeto que reúne estas condiciones se beneficie, debe tener intención aunque sea general, de ganarlas y de cumplir las obras prescritas dentro del tiempo establecido y en la forma debida.
Indulgencia plenaria
Las siguientes oraciones y acciones, entre otras, tienen indulgencia plenaria, si se cumplen las condiciones requeridas:
• ‘A Ti, oh Dios, te alabamos…’ (Te Deum): 1º de enero y en la Solemnidad de Pentecostés.
• ‘Adorad postrados…’ (Tantum ergo): Jueves Santo después de la Misa In Coena Dominiy en la acción litúrgica del Corpus Christi.
• ‘Jesús dulcísimo…’ (Acto de reparación): rezado públicamente el día del Sagrado Corazón.
• ‘Miradme, oh mi amado y buen Jesús…’: Los viernes de Cuaresma.
• ‘Ven, Espíritu Creador…’ (Veni Creator): rezado públicamente el 1° de enero y en la Solemnidad de Pentecostés.
• Rezar el Via Crucis: ante las estaciones, pasando de una a otra por lo menos quien lo dirige, meditando las escenas si se desea, con alguna oración vocal.
• Rezo del Santo Rosario: rezándolo en una iglesia, en un oratorio, en familia, o en comunidad. Es suficiente con rezar sólo cinco de los quince misterios, con la meditación de los misterios que se rezan.
• Adoración al Santísimo durante al menos media hora.
• Adoración de la Cruz: en la acción litúrgica del Viernes Santo.
• Realizar Ejercicios Espirituales o retiros similares, al menos de tres días de duración.
• Recibir la Bendición Papal Urbi et Orbi; también es válida por radio o televisión.
• Asistir al rito con que se clausura un Congreso Eucarístico.
• Al sacerdote que celebra los 25, 50, 60 años como aniversario de su ordenación, es extensiva a quienes le acompañen en la Santa Misa.
• Lectura de la Sagrada Escritura: al menos media hora.
• Visitar la iglesia parroquial en la fiesta titular y el 2 de agosto (indulgencia de la Porciúncula). Lo mismo vale para la Iglesia catedral o concatedral o para las iglesias cuasiparroquiales.
• Recibir la bendición apostólica en peligro de muerte inminente. En el caso de que no haya sacerdote, la Iglesia concede esta misma indulgencia con tal que se haya rezado habitualmente algunas oraciones (se suplen las tres condiciones habituales para ganar la indulgencia plenaria).
• Asistir a la predicación de algunos sermones, participando en la clausura de una Santa Misión.
• Visitar una iglesia u oratorio el día de su santo Fundador, rezando un Padrenuestro y un credo.
• Visitar las Basílicas Patriarcales o Mayores de Roma el día de la fiesta titular, en cualquier día de precepto o en día cualquiera del año elegido por el mismo fiel: ha de rezarse el Padrenuestro y el Credo.
• Visitar una iglesia u oratorio el día de Todos los difuntos (o con consentimiento del obispo, el domingo anterior o el posterior). Esta indulgencia sólo es aplicable a las almas del purgatorio.
• Visitar una iglesia o altar en el día de su dedicación, rezando un Padrenuestro y un Credo.
• Usar el día de los Santos Pedro y Pablo (29 de junio) algún objeto piadoso bendecido por el Papa o un obispo, rezando un Credo.
• Al nuevo sacerdote en su Primera Misa Solemne, y a quienes asistan a ella.
• Renovación de las promesas del bautismo: en la Vigilia pascual o en el aniversario del bautismo.
• Visitar la iglesia en que se celebra el Sínodo diocesano mientras éste dura, rezando el Padrenuestro y el Credo.
• Visitar las iglesias estacionales en su día propio, asistiendo a las funciones de la mañana o de la tarde.
• Al fiel que hace la Primera Comunión, y a quienes le acompañan.
• Visita al cementerio en los primeros ocho días del mes de noviembre, orando (basta mentalmente) por los fieles difuntos.
• En la visita pastoral, pueden beneficiarse de la indulgencia una vez si se asiste a una función sagrada presidida por el visitador.
Condiciones para la indulgencia plenaria
Para ganar una indulgencia plenaria, además de querer evitar cualquier pecado mortal o venial, hace falta rezar o hacer la obra que incorpora la indulgencia cumpliendo tres condiciones:
Confesión sacramental
Comunión Eucarística
Oración por las intenciones del Papa
Con una sola confesión sacramental puede ganarse varias indulgencias plenarias; en cambio, con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Papa sólo se gana una indulgencia plenaria. Las tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de rezar o hacer la obra que incorpora la indulgencia, pero es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Papa se realicen el mismo día.
La condición de orar por las intenciones del Papa se cumple si se reza a su intención un solo Padrenuestro y un Avemaría; pero se concede a cada fiel la facultad de orar con cualquier fórmula, según su piedad y devoción.
La indulgencia plenaria únicamente puede ganarse una vez al día, pero el fiel cristiano puede alcanzar indulgencia plenaria in artículo mortis, aunque el mismo día haya ganado otra indulgencia plenaria.
La indulgencia parcial puede ganarse varias veces al día, a no ser que expresamente se establezca lo contrario.
La obra indicada para obtener la indulgencia plenaria aneja a una iglesia u oratorio consiste en la visita piadosa de este lugar, rezando el Padrenuestro y el Credo, a no ser que en algún caso especial se establezcan otras condiciones.
Indulgencia parcial
Las siguientes oraciones y acciones tienen indulgencia parcial, todas las que van señalizadas con (*) pueden alcanzar la indulgencia plenaria si se cumplen los requisitos de la misma:
• ‘A Ti, bienaventurado José…’.
• ‘A ti, oh Dios, te alabamos…’ (Te Deum)*.
• ‘Acordaos, oh piadosísima Virgen María…’.
• ‘Ángel de Dios, tú que eres mi custodio…’.
• ‘Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo…’.
• ‘Santos Apóstoles Pedro y Pablo…’.
• ‘Misericordia, Dios mío…’ (Salmo 50).
• ‘María, Madre de gracia y de clemencia…’.
• ‘Adorad postrados…’ (Tantum ergo)*.
• ‘Oh, sagrado banquete‘.
• ‘Miradme, oh mi amado y buen Jesús…’*.
• ‘Señor, a todos los que por amor…’ (Oración por nuestros benefactores).
• ‘Señor, Dios Todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este día…’.
• ‘Bajo tu protección…’ (Sub tuum praesidium).
• ‘Señor, dales el descanso eterno…’ Esta indulgencia se aplica sólo a los difuntos.
• ‘Adórote devotamente…’ (Adoro te devote).
• ‘Alma de Cristo…’.
• ‘Proclama mi alma…’ (Magnificat).
• ‘Oremos por nuestro Pontífice…’.
• ‘Jesús dulcísimo, cuya caridad…’.
• ‘Desde lo hondo…’.
• ‘Ven, Espíritu Creador…’ (Veni Creator).
• ‘Ven, Espíritu Santo…’ (Veni, Spiritus Sanctus).
• ‘Jesús dulcísimo, Redentor del género humano…’ (Consagración a Cristo Rey).
• ‘Te damos gracias…’
• ‘Señor dígnate enviar a su santo ángel…’.
• ‘Señor, que tu gracia inspire…’.
• ‘Visita, Señor esta habitación…’.
• Rezar la Salve.
• Rezar el Santo Rosario.
• Rezar el Angelus durante el tiempo ordinario.
• Rezar el Credo, ya sea el apostólico o el niceno-constantinopolitano*.
• Rezar el Regina Coeli durante el tiempo pascual.
• Rezar Laudes o Vísperas del Oficio de difuntos.
• Rezo de cualquiera de las Letanías aprobadas por la Iglesia, entre otras: del Santísimo Nombre de Jesús, del Sagrado Corazón de Jesús, de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, de Santa María Virgen, de San José y de los Santos.
• Rezar las oraciones para pedir por las vocaciones.
• Rezar por la unidad de los cristianos.
• Rezo de cualquiera de los oficios parvos.
• Rezar una oración en honor de un santo en el día de su celebración litúrgica.
• Adoración del Santísimo Sacramento (Visita al Santísimo)*.
• Hacer un acto de contrición.
• Leer la Sagrada Escritura como lectura espiritual*.
• La comunión espiritual.
• Asistir a las Novenas con motivo de Navidad, Pentecostés o de la Inmaculada Concepción.
• Cualquier acto de fe, esperanza o caridad.
• Hacer un rato de oración mental.
• Renovar las promesas del bautismo*.
• Impartir o aprender la doctrina cristiana.
• Realizar la Señal de la cruz, pronunciando las palabras de costumbre.
• Visitar las catacumbas.
• Asistir a la predicación de la palabra de Dios*.
• Visitar una iglesia u oratorio en los días en que se realiza la visita pastoral*.
• Usar los objetos piadosos con la bendición debida*.
• Visitar las iglesias estacionales en su día propio.
Condiciones generales para la indulgencia parcial
La indulgencia parcial se concede a los fieles cristianos que, en el cumplimiento de sus obligaciones y en el sufrimiento de las dificultades de la vida, eleva su alma a Dios con humilde confianza, añadiendo, aunque sólo sea mentalmente, alguna piadosa invocación.
La indulgencia parcial se concede al fiel cristiano que, movido por el Espíritu de fe, se entrega a sí mismo o sus bienes, con sentimientos de misericordia, al servicio de los hermanos necesitados.
Se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que, con espíritu de penitencia, se priva voluntariamente de alguna cosa lícita y agradable.

NOTA: POR DISPOSICION DE SS PABLO VI CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA INDULGENTIARUM DOCTRINA SOBRE LA REVISIÓN DE LAS INDULGENCIAS DEL 1 DE ENERO DE 1967, Norma 4. La indulgencia parcial, de ahora en adelante, será indicada exclusivamente por las palabras "indulgencia parcial", sin añadir ninguna determinación de días ni de años. Las revisiones de que se habla en las normas 14 y 15 deben proponerse a la Sagrada Penitenciaria antes de un año; cumplidos dos años del día de esta Constitución, las indulgencias que no fueran confirmadas perderán todo valor. POR LO QUE SOLO QUEDAN VIGENTE LAS QUE ESTAN ARRIBA DESCRITRAS EN ESTE ARTICULO

ESPECIAL CUARESMA 2016

La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante, con vistas al cual me alegra dirigiros unas palabras específicas para que lo vivamos con el debido compromiso. La Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensifica su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor (Misal Romano cf. Prefacio I de Cuaresma).

Leeamos atentamente los siguientes articulos que pongo a su disposición


MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISO PARA LA CUARESMA 2016


¿QUE ES LA CUARESMA?


MIERCOLES DE CENIZA: ¿QUE CELEBRAMOS LOS CATOLICOS?

Obras de Misericordia coporales y espiriturales


Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf Is 58, 6-7: Hb 13, 3).

1. ¿Cuál es el primero y más importante de los mandamientos?

Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

Hoy vamos a ver la relación entre el amor a Dios y el amor al prójimo…

2. Cuando ustedes piensan en amar al prójimo, en hacer caridad, en ayudar a los demás, ¿qué ideas le vienen a la cabeza? ¿Cómo amar al prójimo?.......

3. ¿En qué parte de la Biblia hay una especie de lista sobre cómo mostrar nuestro amor al prójimo en algunos aspectos materiales?
En la descripción del Juicio Final que el mismo Jesucristo nos da en el Evangelio de San Mateo.

“Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero y me recibieron en su casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. (Mt. 25, 35-36) 

4. La Iglesia nos ha dado un listado bastante completo, basado en este texto bíblico, que nos sirve de guía en nuestro amor al prójimo. ¿Lo conocen?

Son las llamadas Obras de Misericordia: Corporales y Espirituales.

5. Veamos primero qué significa misericordia ... 

Miser= miseria. Cordia=corazón.
Misericordia significa sentir con el otro sus miserias y necesidades, y –como consecuencia de ese compasión (sentir con) – ayudarlo, auxiliarlo.

6. ¿Cuántas y cuáles son las Obras de Misericordia?

En total son 14: 7 Corporales y 7 Espirituales.

OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA
1. Dar de comer al hambriento
2. Dar de beber al sediento
3. Dar posada al necesitado
4. Vestir al desnudo
5. Visitar al enfermo
6. Socorrer a los presos
7. Enterrar a los muertos

OBRAS ESPIRITUALES DE MISERICORDIA
1. Enseñar al que no sabe
2. Dar buen consejo al que lo necesita
3. Corregir al que está en error
4. Perdonar las injurias
5. Consolar al triste
6. Sufrir con paciencia los defectos
de los demás
7. Rogar a Dios por vivos y difuntos

Las Obras de Misericordia Corporales, en su mayoría salen de una lista hecha por el Señor en su descripción del Juicio Final.

7. Y ¿de dónde sale la lista de las Espirituales?

La lista de las Obras de Misericordia Espirituales la ha tomado la Iglesia de otros textos que están a lo largo de la Biblia y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etc.

8. El Amor a Dios viene antes del amor al prójimo. 

Antes de analizar cada una de las Obras de Misericordia tenemos que tener en cuenta algo muy importante: primero hay que amar a Dios.
El amor al prójimo es el FRUTO de nuestro amor a Dios.

No podemos dejar de amar al prójimo, pero no podemos poner lo segundo de primero, ni lo primero de segundo. Como dice el dicho: la carreta no puede ir delante de los caballos. Primero es Dios y después el prójimo.

La prueba de que amamos a Dios, es que amamos al prójimo, pero:

Nuestro amor al prójimo debe ser un reflejo de nuestro amor a Dios.

Si pretendemos primero amar a los demás sin antes amar a Dios, estamos siendo altruístas, filántropos, benefactores. Eso no está mal, pero eso lo puede hacer y de hecho lo hace cualquiera que no sea cristiano y que no lo haga por ser cristiano. Lo puede hacer, por ejemplo, un buen gobernante o cualquier que pertenezca a una ONG nacional o internacional.

El Católico tiene que amar al prójimo desde Dios.
El resultado de la ayuda que se brinde puede aparentar ser el mismo: se resuelve un problema personal o social, pero no es igual para nuestra alma, tampoco es igual para quien recibe la ayuda.

Al amar al prójimo desde Dios, hay un flujo de gracia invisible, que viene de Dios y que va más allá de la ayuda misma que se está dando.

9. Amor a Dios y amor al prójimo, como los maderos de la Cruz:

Se ha comparado el doble mandamiento del amor a los maderos de una cruz, a los parales que forman la Cruz de Cristo, la cruz del cristiano:

. el madero vertical representa nuestro amor a Dios, pues va en sentido hacia arriba, hacia el Cielo

. el madero horizontal representa el amor a los demás, a los semejantes, a los que están a nuestra altura, pues va en sentido lateral.

Veamos ... ¿Cuál de los dos maderos es el primero? ¿Cuál de los dos no puede sostenerse solo? ... Es clara la comparación ¿no? El Amor a Dios es lo que sostiene nuestro amor al prójimo. No puede haber amor al prójimo sin amor a Dios.
Al amar a los demás, tenemos que ser portadores de Dios ... aunque no lo digamos, porque no tenemos que estar pregonando que aquí venimos en nombre de Dios. Eso no hay que hacerlo, por supuesto. Nuestro amor a Dios que es la fuente de nuestro amor al prójimo no hay que pregonarlo.

El ejemplo más claro de cómo funciona el Amor es la Santísima Virgen María en su visita a su prima Santa Isabel. La Virgen fue portadora de Dios, pues llevaba a Dios recién encarnado en su seno. Y Santa Isabel lo supo de inmediato, pues San Juan Bautista (que estaba en el vientre de Isabel) lo hizo saber con grandes saltos de alegría. (ver Lc. 1, 39-44)

Así debe ser nuestro amor por los demás: llevándoles a Dios que habita en nosotros. Aunque el auxiliado no lo exprese igual que San Juan Bautista y Santa Isabel, la persona va a recibir muchas gracias del Señor, muchas más que las que cree estar necesitando, muchas más de las que nosotros creamos estar aportando con nuestro auxilio!

10. El ejercicio de la Obras de Misericordia comunica gracias a quien las ejerce. Veamos cómo nos beneficia a nosotros el hacer Obras de Misericordia...

Quien ejerce el amor al prójimo desde el amor a Dios recibe gracias, pues con las obras de misericordia, está haciendo la Voluntad de Dios. “Den y se les dará” (Lc. 6, 38).

Decíamos que una manera de ir borrando la pena purificante que merecen nuestros pecados ya perdonados (Purgatorio) es mediante obras buenas. Obras buenas son, por supuesto, las Obras de Misericordia. “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos alcanzarán misericordia” (Mt.5, 7), es una de las Bienaventuranzas.

Además las Obras de Misericordia nos van ayudando a avanzar en el camino al Cielo. Es como si ahorráramos para el Cielo. “No se hagan tesoros en la tierra”, dice el Señor,“Acumulen tesoros en el Cielo” (Mt. 6, 19 y 20). Al seguir esta máxima del Señor cambiamos los bienes temporales por los eternos, que son los que valen de verdad.

11. ¿Qué sucede si ayudamos a alguien como un mero acto de filantropía?

Si la ayuda la damos independientemente del amor a Dios, no tiene ningún mérito para nuestra vida espiritual. Es filantropía o altruismo. Se resuelve el problema y la necesidad de alguien, pero no merecemos en nada para nuestra vida espiritual.

Cuando actuamos por filantropía, efectivamente la persona recibe la ayuda que requiere. Pero al ayudar desde nosotros mismos y no desde el amor a Dios, siempre se presenta el riesgo de yo ser portador de mí mismo y no de Dios. Eso no es amor cristiano, es ayuda; no es que sea mala, pero no es lo que Dios nos pide.

Bien lo dice Jesús en sus Diálogos a Santa Catalina de Siena, santa seglar de la Orden de Santo Domingo:

“Quiera o no quiera, el hombre se ve precisado a ejercer la caridad (la ayuda) con su prójimo. Aunque, si no la ejercita por amor a Mí, no tiene aquel acto ningún valor sobrenatural”.

12. Vamos a ver cada una de las Obras de Misericordia, comenzando por las Corporales. Vamos a buscar primero ejemplos de la Biblia y luego ejemplos prácticos.

12.1. DAR DE COMER AL HAMBRIENTO

12.2. DAR DE BEBER AL SEDIENTO 


Estas dos primeras son complementarias y se refieren a la ayuda que podemos dar en alimento o en dinero a los necesitados.

Los bienes que poseemos, ¡si son bien habidos!, también nos vienen de Dios. Y debemos responder a Dios por éstos y por el uso que le hayamos dado.
Dios nos exigirá de acuerdo a lo que nos ha dado:
Parábola de los Talentos (Mt. 25,14-30). Por cierto, no es por casualidad, que viene contada en el Evangelio de San Mateo, justamente antes de la escena del Juicio Final, donde habla de las Obras de Misericordia.

“A quien mucho se le da, mucho se le exigirá (Lc. 12, 48). 

Esta exigencia se refiere tanto a lo espiritual, como a lo material.

Podemos dar de lo que nos sobra. Esto está bien. Pero podemos dar de lo que no nos sobra. Por supuesto, el Señor ve lo último con mejores ojos.
Recordemos a la pobre viuda muy pobre que dio para el Templo las últimas dos moneditas que le quedaban. No es una parábola, es un hecho real que nos relata el Evangelio.Cuando Jesús vio lo que daban unos y otros hizo notar esto:“Todos dan a Dios de lo que les sobra. Ella, en cambio, dio todo lo que tenía para vivir” (Lc. 21, 1-4).

Esta viuda recuerda otra historia del Antiguo Testamente sobre la viuda de Sarepta, en tiempos del Profeta Elías.Ella alimentó al Profeta Elías con lo último que le quedaba para comer ella y su hijo, en un tiempo de una hambruna terrible. Y ¿qué sucedió Que no se le agotó ni la harina y ni el aceite con que preparó el pan para el Profeta. (Ver 1 Reyes 17, 7-16).

A veces no sabemos a quién alimentamos: Abraham recibió a tres hombres que era ¡nada menos! que la Santísima Trinidad (algunos piensan que eran 3 Angeles), los cuales le anunciaron el nacimiento de su hijo Isaac en menos de un año (ver Gn. 19, 1-21). Y, a pesar, de la risa de Sara, así fue. (Por cierto el nombre de Isaac significa: "Aquel que hará reír" o “Aquél con el que Dios se reirá”).

Sobre dar de beber al sediento, la mejor historia de la Biblia es la de la Samaritana a quien el Señor le pide de beber. (Ver Jn. 4, 1-45)

12.3. DAR POSADA AL NECESITADO:

En la antigüedad el dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías. No es el caso hoy en día. Pero, aún así, podría tocarnos recibir a alguien en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino por alguna verdadera necesidad.

Y no sabemos a quién ayudamos. Algunos han ayudado a Angeles bajo formas humanas: A Abraham y Lot les sucedió esto. Esto lo recuerda posteriormente San Pablo: “No dejen de practicar la hospitalidad, pues algunos dieron alojamiento a Angeles sin saberlo”. (Hb. 13, 2)

12.4. VESTIR AL DESNUDO:

Esta obra de misericordia se nos facilita con las recolecciones de ropa que se hacen en Parroquias y otros centros de recolección. Recordar que, aunque demos ropa usada, no es dar lo que está ya como para botar o para convertir en trapos de limpieza. En esto también podemos dar de lo que nos sobra o ya no nos sirve, pero también podemos dar de lo que aún es útil.

12.5. VISITAR AL ENFERMO:

No se trata de visitas sociales, por cumplir. Se trata de una verdadera atención a los enfermos y ancianos, tanto en cuido físico, como en compañía. Y la atención más importante en casos de vejez y enfermedades graves es la atención espiritual.

El mejor ejemplo de la Sagrada Escritura es el de la Parábola del Buen Samaritano, que curó al herido y, al no poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados que necesitaba a otro a quien le ofreció pagarle. (ver Lc. 10, 30-37)

El visitar al enfermo incluye el auxilio a los heridos.

12.6. SOCORRER A LOS PRESOS:

Esto implica visitar a los presos y darles ayuda material y muy especialmente, asistencia espiritual (para ayudarlos a enmendarse y ser personas útiles y de bien cuando terminen el tiempo asignado por la justicia).

Significa también rescatar a los inocentes y secuestrados. En la antigüedad los cristianos pagaban para liberar esclavos o se cambiaban por prisioneros inocentes. Hoy en día este mandato es relevante con prisioneros inocentes y secuestrados ¿no?

12.7. ENTERRAR A LOS MUERTOS: 

El más famoso muerto enterrado y en una tumba que no era propia fue el mismo Jesucristo. José de Arimatea facilitó una tumba de su propiedad para el Señor. Pero no sólo eso, sino que tuvo que tener valor para presentarse a Pilato y pedir el cuerpo de Jesús. Y también participó Nicodemo, quien ayudó a sepultarlo. (Jn. 19, 38-42)
Esto de enterrar a los muertos parece un mandato superfluo, porque –de hecho- todos son enterrados. Pero, por ejemplo, en tiempo de guerra, puede ser un mandato muy exigente. En Venezuela hay la foto que dio vuelta al mundo, pues ganó un Premio Pulitzer, de un Sacerdote, bien identificado con sotana, en medio de un tiroteo en Puerto Cabello en los años ’60, sosteniendo un soldado casi muerto ya.

¿Por qué es importante dar digna sepultura al cuerpo humano?

Por que el cuerpo humano ha sido alojamiento del Espíritu Santo. Somos “templos del Espíritu Santo”. (1 Cor 6, 19).

Pero ... ¿saben que está sucediendo hoy en día con los cuerpos cremados, hechos cenizas?

Se está irrespetando a lo que ha sido templo del Espíritu Santo, porque la gente esparce las cenizas por donde se le ocurre, no dándole una sepultura digna. ¡Hasta se hacen dijes colgantes para guardar el recuerdo del difunto! O se tienen las cenizas expuestas en la casa (!!!)

NORMAS DE LA IGLESIA SOBRE CREMACION Y CENIZAS

"La Iglesia permite la incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del cuerpo" 
(Catecismo de laIglesia Católica # 2301).

Aunque la Iglesia claramente prefiere y urge que el cuerpo del difunto esté presente en los ritos funerales, estos ritos pueden celebrarse también en presencia de los restos incinerados del difunto.

Cuando por razones válidas no es posible que los ritos se celebren en presencia del cuerpo del difunto, debe darse a los restos incinerados el mismo tratamiento y respeto debido al cuerpo humano del cual proceden.

Este cuidado respetuoso significa el uso de un recipiente digno para contener las cenizas; debe expresarse en la manera cuidadosa en que sean conducidos y en el sitio de su colocación final. Los restos incinerados deben ser sepultados en una fosa o en un mausoleo o en un columbario (nicho).

La práctica de esparcir los restos incinerados en el mar, desde el aire o en la tierra, o de conservarlo en el hogar de la familia del difunto, no es la forma respetuosa que la Iglesia espera y requiere para sus miembros. (Orden de Funerales Cristianos, Apéndice No. 2, Incineración, No. 417)

13.1. ENSEÑAR AL QUE NO SABE:

Consiste en enseñar al ignorante sobre temas religiosos o sobre cualquier otra cosa de utilidad. Esta enseñanza puede ser a través de escritos o de palabra, por cualquier medio de comunicación o directamente.

“Quien instruye a muchos para que sean justos, brillarán como estrellas en el firmamento”. (Dan. 12, 3b) 

13.2. DAR BUEN CONSEJO AL QUE LO NECESITA: 

Aquí es bueno destacar que el consejo debe ser ofrecido, no forzado. Y, la mayoría de las veces es preferible esperar que el consejo sea requerido.

Asimismo, quien pretenda dar un buen consejo debe, primeramente, estar en sintonía con Dios. Sólo así su consejo podrá ser bueno. No se trata de dar opiniones personales, sino de veras aconsejar bien al necesitado de guía.

“Los guías espirituales brillarán como resplandor del firmamento”. (Dan. 12, 3a).

13.3. CORREGIR AL QUE ESTA EN ERROR:

No se trata de estar corrigiendo cualquier tipo de error. Esta obra se refiere sobre todo al pecado. Otra manera de formular esta Obra de Misericordia es así: Corregir al pecador.
Es de suma importancia seguir los pasos de la corrección fraterna que Jesús nos dejó muy bien descritos: “Si tu hermano ha pecado, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma contigo una o dos personas más, de modo que el caso se decida por la palabra de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, informa a la asamblea (o a los superiores)”. (Mt. 19, 15-17)

Para cumplir esta Obra de Misericordia convenientemente hay que tener en cuenta dos cosas: que pueda preverse un resultado positivo a nuestra corrección y que no nos causemos un perjuicio a nosotros mismos.

Debemos corregir a nuestro prójimo con mansedumbre y suma consideración. Una corrección ruda puede tener el efecto contrario
No podemos convertirnos en gendarmes de la gente; es decir en estar pendientes de todo lo que haga la gente. Sin embargo, corregir al errado en fe y moral es un consejo del Señor. Así termina el Apóstol Santiago su Carta: “Sepan esto: el que endereza a un pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y consigue el perdón de muchos pecados”. (St. 5, 20).

13.4. PERDONAR LAS INJURIAS:

“Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, es un punto del Padre Nuestro, que el Señor aclara un poco más en San Mateo, al final del Padre Nuestro: “Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres, también el Padre Celestial los perdonará. En cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes”. (Mt. 6, 14-15).

Perdonar las ofensas significa que no buscamos vengarnos, ni tampoco conservamos resentimiento al respecto. Significa tratar a quien nos ha ofendido de manera amable. No significa que tenemos que renovar una antigua amistad, sino llegar a un trato aceptable.

El mejor ejemplo de perdón en el Antiguo Testamento es el de José, que perdonó a sus hermanos el que hubieran tratado de matarlo y luego hayan decidido venderlo. “No se apenen ni les pese por haberme vendido, porque Dios me ha enviado delante de ustedes para salvarles la vida”. (Gen. 45, 5).

Y el mayor perdón del Nuevo Testamento: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. (Lc. 23, 34).

13.5. CONSOLAR AL TRISTE:

El consuelo para el triste o deprimido se asemeja al cuido de un enfermo.Y es muy necesario, pues las palabras de consuelo en la aflicción pueden ser determinantes.

Aquí pueden entrar la atención de conversación con los ancianos, que tanto nos han dado y que en su vejez requieren que alguien les oiga, les converse, los distraiga.

13.6. SUFRIR CON PACIENCIA LOS DEFECTOS DE LOS DEMAS:

La tolerancia y la paciencia ante los defectos ajenos es virtud y es una obra de misericordia.
Sin embargo, hay un consejo muy útil: cuando el soportar esos defectos causa más daño que bien, no se debe ser tolerante. Con mucha caridad y suavidad, debe hacerse la advertencia.

13.7. ORAR POR VIVOS Y DIFUNTOS:

La oración por los demás, estén vivos y muertos, es una obra buena. San Pablo recomienda orar por todos, sin distinción, también por gobernantes y personas de responsabilidad, pues “El quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (ver 1 Tim 2, 2-3).

Los difuntos que están en el Purgatorio dependen de nuestras oraciones. Es una buena obra rezar por éstos para que sean libres de sus pecados. (ver 2 Mac. 12, 46)