miércoles, 26 de septiembre de 2018

Arzobispo Viganò pide que el Papa Francisco renuncia


En un testimonio de 11 páginas, el ex nuncio apostólico en Estados Unidos acusó a varios prelados de complicidad con el Arzobispo Emérito de Washington Theodore McCarrick, implicado en denuncias de abusos sexuales, y aseguró que el Papa Francisco le retiró las sanciones impuestas por Benedicto XVI.
Mons. Carlo Maria Viganò, de 77 años, que sirvió como nuncio apostólico en Washington D.C. (Estados Unidos) desde 2011 hasta 2016, dijo que a fines de la década del 2000, el hoy Papa Emérito Benedicto XVI “impuso al Cardenal McCarrick sanciones similares a las ahora impuestas por el Papa Francisco”.
Mons. Viganò aseguró además que él mismo habló con el Papa Francisco en 2013 sobre esas sanciones.
El ex nuncio dijo en su testimonio escrito, remitido en simultáneo al National Catholic Register y a otros medios, que el Papa Francisco “siguió encubriendo” a McCarrick y no solo “no tomó en cuenta las sanciones que el Papa Benedicto le había impuesto”, sino que convirtió a McCarrick en “su consejero de confianza”.
Además, de acuerdo al ex nuncio, el Arzobispo Emérito de Washington habría aconsejado al Papa Francisco sobre el nombramiento de obispos en Estados Unidos, entre ellos el nuevo Arzobispo de Chicago, Cardenal Blase Cupich, y el Arzobispo de Newark, Cardenal Joseph William Tobin.
Mons. Viganò aseguró que realiza estas denuncias porque su “conciencia dicta” que la verdad sea conocida, pues “la corrupción ha alcanzado lo más alto de la jerarquía de la Iglesia”.
Al finalizar su extenso testimonio, el ex nuncio en Estados Unidos hizo un llamado a la renuncia del Papa Francisco, así como de todos los obispos involucrados en el encubrimiento de los abusos de McCarrick.
“En este momento extremadamente dramático para la Iglesia universal, él debe reconocer sus errores y, siguiendo el proclamado principio de cero tolerancia, el Papa Francisco debe ser el primero en poner un buen ejemplo para cardenales y obispos que encubrieron los abusos de McCarrick y renunciar, junto a todos ellos”, escribió.
El 20 de junio de este año, el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, siguiendo órdenes del Papa Francisco, prohibió a McCarrick ejercer el ministerio público, luego de que una investigación realizada por la Arquidiócesis de Nueva York encontró que una acusación de abuso sexual de un menor era “creíble y comprobada”.
Ese mismo día, se conoció que la Arquidiócesis de Newark y la Diócesis de Metuchen, ambas en el estado de Nueva Jersey, habían recibido tres acusaciones de malas conductas sexuales contra McCarrick, involucrando a adultos.
Desde entonces, los medios de comunicación han informado sobre diversas víctimas de abusos del Arzobispo Emérito de Washington, entre ellos un adolescente, tres jóvenes sacerdotes o seminaristas, y un hombre que actualmente tiene más de 60 años, que asegura que McCarrick abusó de él desde los 11 años.
Posteriormente, el Papa aceptó la renuncia de McCarrick del Colegio de Cardenales.
Pero estas sanciones, de acuerdo a Mons. Viganò, eran “similares” a las que le impuso Benedicto XVI y que le habrían sido levantadas por el Papa Francisco.
“El cardenal iba a dejar el seminario donde estaba viviendo, estaba prohibido de celebrar (Misa) en público, de participar en reuniones públicas, de dar conferencias, de viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencia”.
El ex nuncio señaló que la sanción impuesta por Benedicto XVI habría sido impuesta entre 2009 y 2010.
Sin embargo, las medidas tomadas por Benedicto XVI se habrían dado años después de que los predecesores de Mons. Viganò, los arzobispos Gabriel Montalvo y Pietro Sambi, informaran al Vaticano.
De acuerdo al ex nuncio, sus predecesores habían informado “inmediatamente” a la Santa Sede, “tan pronto supieron del comportamiento gravemente inmoral del Arzobispo McCarrick con seminaristas y sacerdotes”.
Sin embargo, las medidas no se tomaron. De acuerdo a Mons. Viganò, esto se debió a la complicidad de los entonces secretarios de Estado, tanto de San Juan Pablo II como de Benedicto XVI: los cardenales Angelo Sodano y Tarcisio Bertone, respectivamente.
En declaraciones para el National Catholic Register, el ex diplomático vaticano aseguró que “Benedicto hizo lo que tenía que hacer”. Sin embargo, “sus colaboradores –el Secretario de Estado, entre todos los otros– no lo hicieron cumplir como deberían haber hecho, lo que llevó a la demora”.
“Lo que es cierto”, dijo Mons. Viganò en su testimonio, “es que el Papa Benedicto impuso las sanciones canónicas anteriores sobre McCarrick”.
El National Catholic Register confirmó independientemente que las denuncias hechas contra McCarrick fueron ciertamente de conocimiento de Benedicto XVI, y el Papa Emérito recuerda haber instruido al Cardenal Bertone que le imponga medidas, pero no recuerda su naturaleza exacta.
En su testimonio, Mons. Viganò explicó cómo él entiende que, a pesar de las denuncias contra él, McCarrick llegó a ser nombrado Arzobispo de Washington en el año 2000, y cómo sus crímenes habrían sido encubiertos.
El ex nuncio en Estados Unidos implicó en su testimonio a los cardenales Angelo Sodano, Tarcisio Bertone y Pietro Parolin, e insistió en que varios cardenales y obispos tenían conocimiento del caso. Entre ellos, el Cardenal Donald Wuerl, sucesor de McCarrick como Arzobispo de Washington.
“Yo mismo le presenté el tema al Cardenal Wuerl en varias ocasiones, y ciertamente no necesité adentrarme en los detalles, porque fue inmediatamente claro para mí que él estaba completamente al tanto”, escribió.
En declaraciones para Catholic News Agency –agencia en inglés del Grupo ACI–, Ed McFadden, vocero de la Arquidiócesis de Washington, dijo que el Cardenal Wuerl “no recibió documentación o información de la Santa Sede específica al comportamiento del Cardenal McCarrick o de prohibición alguna sobre su vida y ministerio, tal como sugiere el Arzobispo Viganò”.
La segunda parte del testimonio de Mons. Viganò se refiere principalmente a lo que el Papa Francisco sabría sobre McCarrick y cómo actuó al respecto.
El ex nuncio recordó haberse reunido con McCarrick en junio de 2013, tres meses después del nombramiento del Papa Francisco, en la Casa Santa Marta, la residencia del Santo Padre.
En ese encuentro, recordó, McCarrick le dijo “en un tono entre ambiguo y triunfante: ‘el Papa me recibió ayer; mañana me voy a China’”. Con esas palabras, el Arzobispo Emérito de Washington implicaba que la prohibición de viajar le había sido retirada.
Mons. Viganò dijo que en un encuentro privado pocos días después el Papa le preguntó “¿cómo es el Cardenal McCarrick?”, a lo que el ex nuncio respondió: “él corrompió generaciones de seminaristas y sacerdotes y el Papa Benedicto le ordenó que se retire a una vida de oración y penitencia”.
El ex diplomático vaticano dijo que cree que el propósito del Papa al preguntarle era “descubrir si yo era un aliado de McCarrick o no”.
Para Mons. Viganò “estaba claro que, desde el momento de la elección del Papa Francisco, McCarrick, ahora libre de toda restricción, se había sentido libre de viajar continuamente, dar conferencias y entrevistas”.
“En un esfuerzo de equipo con el Cardenal (Oscar Andrés) Rodríguez Maradiaga, (McCarrick) se había convertido en el ‘hacedor de reyes’ para los nombramientos en la Curia y en los Estados Unidos, y el consejero más escuchado en el Vaticano para las relaciones con el gobierno de (Barack) Obama”.
Según el ex nuncio en Estados Unidos, “los nombramientos de Blase Cupich a Chicago y Joseph W. Tobin a Newark fueron orquestados por McCarrick, Maradiaga y Wuerl, unidos por un pacto malvado de abusos por el primero, y al menos de encubrimiento de abusos por los otros dos”.
Los nombres de Cupich y Tobin, aseguró, “no estaban entre los presentados por la Nunciatura para Chicago y Newark” a la Congregación para los Obispos.
Mons. Viganò aseguró además que el nombramiento de Mons. Robert McElroy para la Diócesis de San Diego en Estados Unidos “fue también orquestada desde arriba, con una orden perentoria encriptada para mí como Nuncio, por el Cardenal Parolin: ‘Reserva la Sede de San Diego para McElroy’”.
El ex nuncio se hizo eco de los informes del National Catholic Register sobre el Cardenal Rodríguez Maradiaga y los supuestos encubrimientos de malas conductas sexuales en el seminario de Tegucigalpa, en Honduras.
“En Honduras, un escándalo tan inmenso como el de Chile está a punto de repetirse”, advirtió, pero aseguró que “el Papa defiende a su hombre, el Cardenal Rodríguez Maradiaga, hasta el amargo final, como lo hizo en Chile con el Obispo Juan de la Cruz Barros, a quien él mismo nombró Obispo de Osorno contra el consejo de los obispos chilenos”.
Según Mons. Viganò, el Papa Francisco “sabía al menos desde el 23 de junio de 2013 que McCarrick era un abusador serial”, pero a pesar “de que sabía que era un hombre corrupto, lo encubrió hasta el amargo final”.
               el Papa Francisco y el otrora Cardenal McCarrick
“Fue solo cuando fue obligado por el informe del abuso de un menor, otra vez en base a información de la prensa, que tomó acción (con respecto a McCarrick) para salvar su imagen en los medios”, dijo el ex nuncio.
Para Mons. Viganó, el Papa Francisco “está abdicando al mandado que Cristo le dio a Pedro de confirmar a los hermanos”, y le pidió que “reconozca sus errores” y “siente un buen ejemplo a cardenales y obispos que encubrieron los abusos de McCarrick y renuncie junto con todos ellos”.
En declaraciones a la prensa el 25 de agosto, el ex nuncio en Estados Unidos aseguró que su motivación para escribir su testimonio era “detener el sufrimiento de las víctimas, prevenir a nuevas víctimas y proteger a la Iglesia: solo la verdad la puede hacer libre”.
Dijo además que quería “descargar mi conciencia frente a Dios de mis responsabilidades como obispo de la Iglesia universal”, añadiendo que es un “hombre anciano” que quiso presentarse ante Dios “con una conciencia limpia”.
“El pueblo de Dios tiene el derecho a saber la verdad entera también respecto a sus pastores”, dijo. “Ellos tienen el derecho de ser guiados por buenos pastores. Para que sean capaces de confiar en ellos y amarlos, tienen que saber abiertamente, en transparencia y verdad, cómo son en realidad”.
“Un sacerdote siempre debe ser luz en una vela, en todas partes y para todos”, aseguró.
Traducido y adaptado por David Ramos. Publicado originalmente en National Catholic Register.

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