Cardenal Müller: Han expulsado
a Jesús del Sínodo para la Amazonia
LA IGLESIA NO PUEDE HACERSE
PROTAGONISTA DEL «NEOPAGANISMO AMBIENTALISTA»
En una entrevista llevada a
cabo por Matteo Matzuzzi para el diario «Il Foglio», el cardenal Müller acusa
al Sínodo para la Amazonia de expulsar a Jesús y advierte que el Señor «dio su
vida para la salvación de los hombres, no del planeta»
Según recoge Sandro Magister en su blog Settimo
cielo, el Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la
Fe, advierte que el Sínodo amazónico puede tener «consecuencias sobre la
Iglesia universal». Y señala que, a pesar de tratar sobre la región amazónica,
«si se escuchan las voces de algunos de los protagonistas de esta asamblea se
comprende fácilmente que la agenda es totalmente europea».
El purpurado
alemán relaciona el Sínodo para la Amazonia con el que va a tener lugar en su
tierra natal:
«En
Alemania quieren casi refundar la Iglesia Católica. Piensan
que Cristo es sólo un hombre que vivió hace dos mil años, consideran que no fue
un hombre moderno, están convencidos que no tenía nada de su docta formación.
Por eso piensan que es necesario llenar estas lagunas y que les espera actuar a
ellos. En una homilía, el cardenal Marx ha preguntado retóricamente: ‘Si Cristo
estuviese aquí hoy, ¿diría lo que dijo hace dos mil años?’ Pero Cristo no es
una figura histórica como el César. Jesucristo es el resucitado que está
presente, que celebra la Misa a través de su representante ordenado sacerdote.
Es el sujeto de la Iglesia y su Palabra permanece y vale eternamente. Cristo es
la plenitud de la Revelación, por eso no habrá otra Revelación. Somos nosotros
los que debemos buscar conocerla más y mejor, ciertamente no podemos cambiarla. Cristo
es insuperable e irreversible, pero esto hoy no parece ser muy claro en ciertas
latitudes».
Para Müller
este error está presente también en el Instrumentum laboris, el
documento base del Sínodo sobre la Amazonia: «un documento que no habla de la
Revelación, del Verbo encarnado, de la Redención, de la Cruz, de la Vida
eterna», sino que más bien ensalza en lugar de la Revelación divina, para
asumir como tales, a las tradiciones religiosas de los pueblos indígenas y sus
cosmovisiones.
Ante la idea de
la ordenación de sacerdotes casados como manera de satisfacer el supuesto
derecho a recibir sacarmentos, el cardenal asegura que «no
existe ni puede existir un derecho al sacramento. Nosotros somos creaturas de
Dios y una creatura no puede reclamar un derecho a su creador.
La vida y la gracia son un don. El hombre tiene el derecho de casarse, pero no
puede pretender que una determinada mujer lo despose reivindicando un derecho
específico. Jesús eligió libremente entre todos sus discípulos a doce de ellos,
presentando así su autoridad divina. Eligió a los que él quiso, es Dios quien
elige. Nadie puede entrar en el santuario sin ser llamado. Una
vez más prevalece la mentalidad secularizada: se piensa como los
hombres, no como Dios».
Y añade:
«El
celibato sacerdotal se puede comprender sólo en el contexto de la misión
escatológica de Jesús, quien ha creado un mundo nuevo. Ha habido una nueva
creación. Con las categorías del secularismo no se pueden comprender
la indisolubilidad del matrimonio, así como el celibato o la virginidad de las
órdenes religiosas. Con tales categorías tampoco se pueden
resolver problemas que tienen su origen exclusivamente en la crisis
de la fe. No se trata de reclutar más gente para administrar los sacramentos,
sino que es necesaria una preparación espiritual, es necesario entrar en la
espiritualidad de los apóstoles. Es necesaria una preparación espiritual y
teológica, se necesita entrar en la espiritualidad de los apóstoles, no
prestando atención a las agencias laicas que aconsejan mucho y sobre muchas
cosas por razones totalmente contrastantes con la misión
de la Iglesia. Sirve la espiritualidad, no la
mundanización».
En cuanto al
auge del activismo ecológico, Müller dice:
«La
Iglesia es de Jesucristo y debe predicar el Evangelio y
dar esperanza para la vida eterna. No puede hacerse protagonista de alguna
ideología, ya sea la del ‘gender’ o la del neopaganismo ambientalista.
Es peligroso si sucede esto. Vuelvo al ’Instrumentum laboris’ preparado para el
Sínodo sobre la Amazonia. En uno de sus párrafos se habla de
la ‘Madre Tierra’: pero ésta es una expresión pagana. La tierra viene de Dios y
nuestra madre en la fe es la Iglesia. Nosotros somos
justificados por la fe, la esperanza y el amor, no por el activismo ambiental.
Es cierto que el cuidado de lo creado es importante, después de todo vivimos en
un jardín querido por Dios. Pero no es éste el punto decisivo. Lo es el hecho
que para nosotros Dios es lo más importante. Jesús dio su vida para la salvación de
los hombres, no del planeta».
Y concluye:
«Ciertamente la
Iglesia puede dar su propia contribución con una buena ética, con la doctrina
social, con el magisterio, recordando los principios
antropológicos. Pero la primera misión de la Iglesia es
predicar a Cristo, el Hijo de Dios. Jesús no le dijo a Pedro
que se ocupara del gobierno del imperio romano, no entra en diálogo con el
César. Se mantuvo a una buena distancia. Pedro no era amigo de Herodes o de Pilato,
sino que sufrió el martirio. Es justa la cooperación con un gobierno legítimo,
pero sin olvidar jamás que la misión de Pedro y de sus sucesores consiste en unir
a todos los creyentes en la fe en Cristo, que no ha encomendado que se ocuparan
de las aguas del Jordán o de la vegetación de Galilea».
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