La iglesia considera la Misa como la oración más poderosa de intercesión porque es el ofrecimiento perfecto de Cristo al Padre al hacer presente el Misterio Pascual de Su muerte y resurrección. Es una antigua tradición en la Iglesia que se pida una Misa por una intención específica, incluso cuando la persona no puede presente físicamente para la Misa.
La persona hace una donación, llamada estipendio, a un sacerdote o Comunidad Religiosa para la celebración de la Misa por una intención específica. Al hacer este ofrecimiento, la persona se une más íntimamente a Cristo quien se ofreció asimismo en la Sagrada Hostia, para obtener así frutos más abundantes. (Carta del Papa Pablo VI "Firma in Traditione" el 13 de junio de 1974). El ofrecer un estipendio es también una manera en la que el católico contribuye al servicio del sacerdote de la diócesis o comunidad religiosa.
El sacrificio de la Misa tiene un valor infinito y no hay una limitación en el número de intenciones que pueden ser ofrecidas en cualquier Misa. La Iglesia sin embargo, normalmente permite sólo una intención con cada estipendio para la Misa. Cuando una persona ofrece un estipendio, no significa que está comprando la gracia de la Misa, algo que es prácticamente imposible. Lo que ocurre, es que el sacerdote o comunidad religiosa, se compromete a celebrar una Misa por las intenciones de la persona que hizo el donativo. Se recomienda que la intención sea por el alma de una persona fallecida pero también pueden ser por las intenciones personales de personas vivas.
La Santa Misa es el mejor medio que tenemos:
- Para ofrecer a Dios la mayor forma de adoración
- Para agradecerle todas sus bendiciones
- Para expiar nuestros pecados, recibir el perdón de los pecados veniales y ser preservados de futuros pecados
- Para acrecentar nuestra unión con Dios
- Para fortalecer la unidad de la Iglesia
- Para obtener todas las bendiciones que deseamos (si lo que deseamos está en la voluntad de Dios)
- Para ayudar a las almas del purgatorio y acortar nuestro propio tiempo allí
- Para resguardarnos de todos los peligros del alma y el cuerpo
- Para ser consolados a la hora de la muerte, porque en ese momento Su memoria será nuestra mayor consolación
- Para interceder por nosotros ante el justo trono de Dios
- Para traer a la tierra las bendiciones de Dios
- Para entender mejor lo grande y sublime de la Pasión de Cristo y así, incrementar nuestro amor por Él
Las Misas Gregorianas es una serie de Santas Misas que tradicionalmente se ofrecen en 30 días consecutivos tan pronto como sea posible después del fallecimiento de una persona. Estas Misas son ofrecidas individualmente por el alma de una persona. La costumbre de celebrar las Misas Gregorianas por un alma en particular, demuestra que hay muchas personas que no están listan para el cielo inmediatamente después de morir, y que por eso, necesitan el poder intercesor del sacrificio de Cristo, presente en la Santa Misa. Así, el alma puede continuar su perfección en la gracia lo que le permitirá entrar finalmente en unión con la Santísima Trinidad, nuestro Dios, quien es el Amor Mismo.
El nombre de las Misas Gregorianas viene de San Gregorio Magno, quien fue Pontífice del 590 al 604. San Gregorio Magno contribuyó a la difusión de la práctica piadosa de celebrar estas Misas por la liberación de las almas del purgatorio. En sus escritos, él nos dice que celebraba las Misas en 30 días consecutivos por el eterno descanso del alma de Justus, un monje que había muerto en el convento de San Andrés en Roma. Al final de la última Misa, el fallecido se le apareció a uno de sus compañeros monjes anunciándole que había sido liberado de las llamas del purgatorio.
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